El arte encierra una axioma que solo es posible contemplar desde una mirada limpia y la respiración más profunda. Desde el abrazo con la pasión, la pureza y el saber. Una máxima que determina reunión necesaria con la sorpresa por muy conocido que sea el escenario al que nos asomamos. Si la creación que se sitúa ante nosotros no nos asombra o desconcierta, no nos despierta algo nuevo bajo la piel, es que ha perdido la vida que sostenía sus pilares. Por mucho que sepamos de sus recovecos, por más que hayamos indagado en su historia, en sus luces y en sus sombras, siempre debe mostrar una grieta por la que el sobresalto se encuentre con nosotros. Y por esa rendija entra cada día Rosa Brun (Madrid, 1955), la nueva invitada de Aurora Vigil-Escalera Galería de Arte y una de las creadoras más comprometidas con la necesidad de que el arte se mantenga en movimiento, evolucione y mire cara cara al universo que nos envuelve, generando sensaciones desconocidas y hasta desconcertantes, mapeando territorios no transitados.

Fragmento del texto Rosa Brun, en los confines de la abstracción y el color de Paché Merayo