Aquello que tradicionalmente ha conferido a un artista el título de maestro tiene que ver con su destreza y su sabiduría técnica, su capacidad para consumar una disciplina artística conforme a los paradigmas de estilo o de gusto de una determinada época y, a partir de ahí, con su poder de influencia sobre las generaciones de creadores contemporáneos o posteriores, destinatarios y seguidores de sus enseñanzas.

Pero el magisterio en arte no se reduce a eso. En particular, desde la gran revolución que inau- guraron los impresionistas y que se ha desplegado bajo muchas banderas a lo largo del pasado siglo, la consideración de maestro –que por otra parte no ha sido buscada como tal, más bien al contrario, en un arte esencialmente antiacadémico y rupturista-- guarda más bien relación con el modo en que determinados creadores han enseñado, no tanto a otros artistas como al público, a experimentar de otro modo la obra de arte y, por consiguiente, a experimentar de otro modo el mundo. Los aprendices a los que se ha destinado esa maestría hemos sido, ante todo, nosotros.

Desde esa perspectiva, todos los artistas reunidos para esta colectiva merecen el título de Grandes Maestros que los agrupa. Bajo diversas estéticas, técnicas y formatos, tienen en común la calidad y la solidez de su aportación a una forma de entender el arte que ha contribuido en cada momento a desbrozar o directamente roturar nuevos lenguajes, nuevos caminos expre- sivos, nuevas formas de hacer y, por lo tanto, de recibir e interpretar, asumiendo, pero también superando, cualquier enseñanza recibida.

En un arco histórico que enlaza el legado pionero de Miró con la incansable exploración pictórica, aún en marcha, de Luis Gordillo, cada uno de los autores de esta muestra testimonia la pugna, individual y colectiva, de los creadores plásticos de un tiempo para construir una pedagogía en acto de la que sus obras son fascinantes lecciones para nosotros: sus discípulos. Por eso, como cada una de las colectivas de Grandes Maestros programadas por Aurora Vigil-Escalera Galería de Arte, esta es también un testimonio de otro tipo: el homenaje, la gratitud y la constatación de la pervivencia de la aportación de unos creadores cuya mayor maestría fue y sigue siendo la de la audacia, la creatividad sin límites y la conciencia de que, en arte, el mejor maestro es aquel capaz de seguir aprendiendo indefinidamente nuevas formas de hacer para incitarnos a nuevas formas de encarar el arte; una incitación que sigue interpelándonos desde obras que forman ya parte de la historia del arte, pero que permanecen retadoras y vivas.